Cuando el mar quiere cantar tiene un eco especial en Rincón de la Victoria. Uno de los cantes considerados autóctonos de Málaga son los jabegotes y en esta orilla limítrofe de la Ciudad del Paraíso estos fandangos del terreno saben a salitre y a boquerones y sardinas victorianas.
No es un tópico hablar del mar en el cante flamenco. Está en sus entrañas desde Silverio Franconetti, desde su sucesión en el casi rinconcero Juan Breva y aquel cante bravío, “se me mojaron las velas…”, verdial ralentizado de esta costa. Es por ello que la historia del cante tiene que escribir con letras mayúsculas el de Rincón de la Victoria, porque los hombres de mar, los marengos ya entonaban coplillas cuando faenaban que son hoy himnos de zona que da nombre a los pescados más célebres de la provincia.
El mar, la pesca y los marengos estaban en esa letra que nunca olvidó el flamenco más celebre que residió en Rincón; Cándido de Málaga (1928-2011). Un auténtico hombre hecho así mismo y con mil historias de superación a sus espaldas, como aquella juerga de varios días con el cantaor Canalejas de Puerto Real que le impidió licenciarse con su quinta en la mili, por sólo citar una de su carácter indómito y divertido. El hombre que cantó por saetas con Camarón metido en una furgoneta pendiente de escucharlo cada Semana Santa.
“Que tira de la tralla, tira marinero. Tira poco a poco. Que viene el dinero. Tira de la tralla. Y sigue tirando. Chanquetes y rayas. Se van escapando”. Eso te cantaba Cándido bajito con su voz de miel, de Ingenio, la misma que, cargada de sal, en los 60 grabó por primera vez el cante por jabegotes. Ése fue el hombre histórico para el cante de Málaga que decidió dedicarle a la cercanía del mar del Rincón de la Victoria sus últimos años. Un nombre grabado en oro en la historia flamenca de la localidad.
Pero no es el único. Rincón como ciudad de acomodo de muchos artistas desde antaño tiene hoy día dos ciudadanos ilustres viviendo en sus calles diariamente, o al menos el tiempo que no están requeridos para giras mundiales. José Antonio Conejo Vida, conocido por Chaparro de Málaga (Málaga, 1971) es uno de ellos. Una auténtica institución de la guitarra a nivel nacional y que atesora algunos de los principales premios flamencos que pueden conseguirse en esta disciplina. Ha sido tocaor de genios como El Chino, Remedios Amaya o Duquende por sólo citar algunos y recientemente ha sido compañero habitual de la cantaora Antonia Contreras y del cantaor, Alfredo Tejada; una de las últimas Lámparas Mineras del Cante. Su toque de acompañamiento es de un clasicismo que acogota. Es otro rinconero de altura. Marengo de Honor hace pocos años.
Este bruñidor de melodías, al que respetaba Paco de Lucía y otros grandísimos de la guitarra, tiene actualmente una tienda de sonantas en calle Córdoba 19, donde las maderas y las seis cuerdas son pura ingeniería en sus manos. El mejor sitio para escucharlas y comprarlas de la mano del mejor vendedor, un auténtico genio de la bajañí que atrae a guitarristas de medio mundo hasta el escaparate más sonoro de la ciudad.
No es el único gran nombre que vive en nuestras calles, pues Susana Lupiañez ‘La Lupi’ reside desde hace unos años en la zona alta de Añoreta donde los sones del verdial quedan a tiro de piedra, con Benagalbón a vista de balcón. Allí, esta malagueña que anda conquistando escenarios de todo el planeta casi todo el año, busca la tranquilidad de la montaña mirando al mar. Refugio de paz en el que encontrar descanso a sus caderas, que bailan como pocas en el universo flamenco por tangos de Málaga.
Su pareja, Curro de María, es otro de los flamencos que pasean bajo nuestros sol. Guitarrista de un gusto exquisito en el toque dulce y plástico. Uno de los factótum de la parte musical de sus últimos espectáculos; que ha llevado al Festival de Jerez y a plazas importantísimas de la mano muchas veces de Miguel Poveda, visitante de la localidad cuando tercia ver a estos compañeros.
No sería justo hablar de flamenco en Rincón de la Victoria y no destacar el tremendo trabajo que despliegan cada otoño los responsables de la Peña Flamenca El Piyayo. Un auténtico grupo de valientes y denodados aficionados que siguen atrayendo a buenos ‘chanelaores’ a sus instalaciones en la urbanización Las Pedrizas. Un foco irradiador que no sólo calienta con artistas de primer nivel los meses de menos afluencia turística en la ciudad, con un atractivo cultural interesantísimo unido a su actividad pedagógica, sino que en julio realiza el Festival Puerta de la Axarquía. Uno de los más poderosos de la provincia.
Hay más, hay nombres que no dejan de actuar aquí y allá llevando la Torre de Benalgalbón por bandera como Carmelo de Carmen, guitarrista de mil escenarios y mil versiones. Muchas veces junto a los Hermanos Ballesteros. Diana Navarro siempre tiró del gran Carmelo cuando tenía que buscar el mejor eco flamenco a su lado. De esta tierra es también Raquel Martín, bailaora que ahora prueba suerte en la capital, o en La Cala es fácil encontrarse con la apariencia de un maestro de las seis cuerdas como José Luis Lastre, incansable inventor de músicas flamencas. Como en el verano de La Cala es fácil que las mejores fotos flamencas salgan de las manos de un veraneante ya ilustre como Paco Lobato.
Es Rincón del Flamenco, Rincón de la Victoria donde queda mucho mar por escucharse por jabegotes o por cualquier cante que tercie.
Francis Mármol
Periodista e investigador musical